LA RAÍZ DEL DRAGÓN

El mito de Sant Jordi

1. Introducción

La leyenda de Sant Jordi es uno de los relatos más reconocibles de la tradición catalana. Cada 23 de abril, el país entero revive la historia del caballero, la princesa y el dragón.
Pero detrás del símbolo, la rosa y la iconografía moderna, existe un entramado de mitos, reinterpretaciones religiosas y transformaciones culturales que se han ido acumulando durante más de mil años.

La pregunta que guía esta investigación es sencilla:
¿Qué parte del mito es original… y qué parte fue añadida después?

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2. Antecedentes históricos

La figura de Jordi (o Jorge) aparece documentada por primera vez en el siglo IV como un mártir cristiano ejecutado durante las persecuciones de Diocleciano.
No hay dragones, princesas ni rescates en los primeros textos.
Solo un soldado romano que se negó a renunciar a su fe.

El salto del mártir al héroe que mata un monstruo se produce varios siglos después, cuando la Iglesia medieval empieza a fusionar relatos paganos con figuras cristianas para facilitar la conversión de poblaciones locales.

En ese contexto, el mito del dragón —presente en culturas de Oriente Medio, Grecia y el norte de África— se incorpora a la figura de Jordi.

3. La leyenda: origen y evolución

La versión más antigua del combate con el dragón aparece en el Legenda Aurea, una recopilación de vidas de santos escrita en el siglo XIII por Jacobo de la Vorágine.
En ella, Jordi llega a una ciudad aterrorizada por un dragón que exige sacrificios humanos.
La princesa es la siguiente víctima.
Jordi interviene, hiere al dragón y convence a la población de convertirse al cristianismo a cambio de salvarla.

Esta versión se extendió rápidamente por Europa, pero cada región la adaptó a su manera.

En Cataluña, la leyenda adquirió elementos propios:

  • el dragón se asocia a un mal antiguo vinculado a la tierra

  • la sangre del monstruo genera una rosa

  • el acto heroico se convierte en símbolo de protección y renovación

La rosa, por cierto, no aparece en las versiones medievales.
Es una incorporación tardía, probablemente del siglo XV o XVI, vinculada a ferias de rosas celebradas en Barcelona.

4. Análisis crítico

El mito de Sant Jordi es un ejemplo claro de cómo una figura histórica puede transformarse en un símbolo cultural a través de capas sucesivas de reinterpretación.

Elementos históricos comprobables

  • Existió un mártir llamado Jordi en el siglo IV.

  • Su culto se extendió rápidamente por Oriente y Europa.

  • La Iglesia medieval utilizó su figura para cristianizar relatos paganos.

Elementos añadidos posteriormente

  • El dragón como criatura física.

  • La princesa como víctima.

  • La rosa nacida de la sangre.

  • La asociación directa con Cataluña.

Elementos simbólicos

El dragón representa:

  • el caos

  • la enfermedad

  • el paganismo

  • el miedo colectivo

Jordi representa:

  • el orden

  • la fe

  • la victoria sobre lo desconocido

La leyenda funciona porque sintetiza un conflicto universal:
la lucha entre la comunidad y aquello que la amenaza.

5. Investigación del episodio

Para este capítulo se han consultado:

  • versiones medievales del Legenda Aurea

  • estudios sobre mitología comparada

  • documentación sobre cultos precristianos en el Mediterráneo

  • archivos de tradiciones populares catalanas

  • investigaciones contemporáneas sobre la evolución del mito

El análisis muestra que la leyenda no es un relato estático, sino un organismo vivo que ha cambiado según las necesidades culturales de cada época.

6. Conclusión abierta

La historia de Sant Jordi no es solo un mito medieval.
Es un espejo de cómo las sociedades reinterpretan su pasado para explicar su presente.

Quizá nunca hubo un dragón real.
Quizá la princesa nunca existió.

Pero la leyenda sigue viva porque habla de algo más profundo:
la necesidad humana de convertir el miedo en relato, y el relato en identidad.